viernes, 21 de noviembre de 2008

DESTINO

Después de mucho tiempo de andar por las calles observando a cada una de las cosas y a cada una de las personas que pasan a su lado, se detiene y abre sus ojos maravillado por el pequeño trozo de madera que encontró en un edificio abandonado. Lo toma con cuidado y lentamente intenta recordar dónde fue que lo había visto; nadie podría negarle que aquel objeto hubiese estado antes en sus frágiles manos. En un instante su mente voló buscando una respuesta. Tuvo miedo de seguir, pero el deseo de saber era mucho más que un simple juego y decidió continuar. El paisaje que apareció ante sus ojos lo perturbaba. El aire gris se confundía con sus sueños. Deseaba acabar con todo... no tenía la fuerza para intentarlo. Vió mucho dolor; sintió caer de un golpe sus rodillas al suelo. Supo que estaba solo y, sin embargo, eso no le importó. Quiso levantarse como antes, estaba seguro de que podía. Aparecieron nubes. La oscuridad cegó sus ojos, ni siquiera podía encontrarse a sí mismo. Sintió deseos de llorar y no pudo contenerse. En cada lágrima había una mezcla de rabia, tristeza y algo que no podía reconocer. Se sintió impotente y gritó. No esperaba respuesta a su dolor porque estaba solo como siempre, o quizás más que nunca...
Aquel trozo de madera ya no bombeaba sangre como antes.
ianazul

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