“Decir” y “Hacer” son
familia, inquietos, extraños. Decir es simple, directo, cordial, diplomático y aunque lo
disimule, travieso. Hacer es más bien,
un poco loco, responde más al corazón que a la razón, se deja llevar con más
facilidad.
Decir se permite escuchar otras voces, no se acostumbra a quedarse
calladito, aunque lo intenta. Hacer
atiende, impaciente mueve sus dedos como si fueran teclas de piano.
Decir se colma de discursos, Hacer no le cree demasiado; se resiste a quedarse a su lado, quiere
hacer lo que le gusta e intenta jugar solo.
Decir trata de escuchar, hacer encajar cada palabra, muchas
no encuentran un lugar en el orden que conoce, se les escapan. No se deja
convencer, sospecha de argumentos, se siente expuesto… le tiembla la voz
(aunque no lo quiera demostrar)
Como buen hermano, Hacer va de inmediato a ayudarlo. Casi siempre lo consigue, lo resguarda,
sabe que es más sensible. Y puede contradecirlo y aún
hacerlo callar.
Decir entiende que escuchar lo desestabiliza un poco. Hacer se impone. Calma, cuida y, a
veces, silencia a los otros. Eso conserva la paz… por un tiempo. Hasta que ellos
decidan.
Ro.Ninayux