sábado, 19 de septiembre de 2009

La identidad en movimiento

La identidad cultural no es una vasija quieta en una vitrina de un museo. Está en movimiento, cambia constantemente. Es continuamente desafiada por una realidad que también es dinámica. Yo soy lo que soy, pero también soy lo que hago para cambiar lo que soy. La pureza cultural no existe, como no existe la pureza racial. Afortunadamente, todo está muy mezclado a partir de cosas que a veces vienen de afuera; lo que define el carácter de un producto de cultura —sea un libro, un baile, una expresión popular, un modo de jugar al fútbol— nunca está en su origen, sino en su contenido. Una bebida típica de Cuba como el daiquirí no tiene ningún elemento cubano: el hielo vino de fuera al igual que el limón, el azúcar y el ron. Colón trajo el azúcar de las islas Canarias. Sin embargo el daiquirí es cubanísimo. Los churros andaluces vienen de Arabia. Las pastas italianas provienen de China. No hay nada que pueda ser calificado o descalificado a partir de su origen. Lo que importa es lo que se hace con eso y en qué medida una colectividad puede reconocerse en un símbolo que tiene que ver con su modo preferido de soñar, vivir, danzar, jugar, amar.Eso es lo bueno del mundo, que de las mezclas incesantes van surgiendo nuevas respuestas a nuevos desafíos. Pero hay una indudable tendencia actual —resultado de la globalización obligatoria— a la uniformización que en gran medida tiene que ver con la concentración de poder en los medios de comunicación dominantes.
Eduardo Galeano.